Mónica B. Brozon tiene una trayectoria dedicada al público infantil y juvenil. Entre sus libros destacan “36 kilos”, que fue Premio Gran Angular; “Dead Doll”; “500 años depués de una larga siesta” y “Alguien en la ventana”.
La escritora mexicana Mónica B. Brozon explora historias juveniles e infantiles sin caer en los clichés del mensaje propositivo; le interesa contar situaciones que reflejen la realidad y que de ésta se pueda navegar entre la fantasía y la imaginación. La narradora presenta su nuevo libro “Vengadora”, una historia que se enfoca en “Sam”; la protagonista es una chica que se ha dado cuenta que el mundo suele ser muy cruel con aquellos que no tienen las armas para defenderse de los bullies y que pueden acechar en todas partes.
Pero “Sam” parece ser la heroína que muchos necesitan, por lo que su vida está a punto de cambiar, pues será la vengadora que mantendrá escondida su identidad y ya encaminada, nuevos horizontes se abrirán para ella, incluida la amistad. “Yo trato de escribir mis libros para que lleguen a todo el mundo y curiosamente con éste, las opiniones que he recibido no han sido de chavos, han sido de lectores adultos y son positivas. Entonces, creo que es un texto que puede llegar a cualquiera, ciertamente toca una problemática que si bien no es exclusiva, es predominante en el público infantil y juvenil, pero que a todos nos toca”, explica Mónica en entrevista.
En este libro en particular, la historia se dirige para personas de 14 años en adelante porque tiene ciertas dosis de violencia. “Para este libro trabajé en cosas que yo reviví y que también me contaron, hay una dosis de realidad cercana a mí, pero también me hice de una investigación sobre casos en las redes sociales, los periódicos y casos extremos que tuvieron finales trágicos. Sobre si fue biográfico, digamos que no, porque yo siempre fui muy neutral, era de las populares que tenían ganas de molestar y hubo también altas y bajas en mi adolescencia, lo más que llegué a hacer es que fui testigo”.
Mónica se da cuenta que el bullying de hoy se ha intensificado en dosis de violencia, “antes te molestaban en la escuela pero no eran tan violentas las acometidas y había una disciplina que ahora se ha perdido un poco, quizá porque en las escuelas particulares los alumnos ya son vistos como clientes y no como estudiantes. Hay como una amenaza respaldada por los padres: ‘yo soy el cliente y yo pago una colegiatura’. Las figuras de autoridad son menores que como eran hace 30 años que fue cuando yo fui a la escuela, y además ahora están las redes sociales”.
La escritora, que es una amante del cine, sabe que sus narraciones tienen esa magia para convertirse en películas, incluso tuvo un proyecto cercano para que así sucediera, y ahora éste sigue siendo un tema pendiente en su trayectoria. Sin embargo, sigue muy activa en la escritura y con ganas de seguir ejerciendo su don de narradora de historias.
“Resulta que me han dicho mucho que los libros que escribo parecen una película, la gente se los imagina así. Las cintas que disfrutas entiendes cómo están estructuradas y te queda esa rítmica de trabajar en secuencias y de alguna manera es lo que imprimes en tus historias”.
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