|| ELIAS FUENTES
|| MATURÍN
Por el transcurrir de todos los tiempos del ser humano, la imagen de Dios siempre ha estado presente en la sociedad, desde que el hombre ha existido, ha necesitado la creencia en un Dios poderoso e incluso dioses, desde sociedades monoteístas hasta politeístas. El Dios de la intemperie es un ensayo publicado en el año 1985. Es una obra filosófica bastante profunda, escrita de una manera muy poética y estilística, en la pluma del académico venezolano Armando Rojas, en esta, él muestra su profundo conocimiento filosófico a través de la mirada simbólica del Dios de la intemperie. Para el propio Rojas, según una entrevista realizada posterior a su libro, el Dios de la intemperie propone “la vida humana como aventura”, en que nos induce a comprender que ese Dios que está con nosotros vive a nuestro lado vayamos donde vayamos. Rojas nos invita a tener fe, movilizándonos en búsqueda de nuestras metas sin temor al riesgo. El autor en la obra refleja su creencia en la Biblia, en una reflexión, cita la carta a los hebreos, recordando que “Abraham se puso en camino sin saber a dónde iba”, esto indica cómo el poder de la fe logra que podamos creer sin ver, caminar con confianza, realizar las cosas sin temor al fracaso. Este es el mensaje que nos deja Armando Rojas, que explica como la sociedad con los nuevos estudiosos filósofos tratan de promover el ateísmo, pero que no nos podemos alejar del verdadero Dios de la intemperie, que está en nosotros, y ha ido movilizándose con cada cambio en la sociedad. Él nos lo explica de esta manera a través de su postura religiosa:
“La fe cristiana supone, en cierto grado, un nomadismo mental, la fe judeocristiana nace con el éxodo, y no solo es el éxodo es de un pueblo entero, del desierto hacia una tierra que emana leche y miel, sino que es también es el éxodo del ser humano como homo iato, como hombre en camino.” (2010)
El hombre está en camino, en un camino arduo de constante cambio, y dentro de estos cambios está presente nuestro Dios, el Dios de la intemperie, el hombre debe ir avanzando con fe y sin temor al fracaso “porque del fracaso estamos hechos todos, somos heridas abiertas donde un dios se engendra y espera que le demos a luz” como nos lo decía el investigador y escritor Rainer Maria Rilke, en sus estudios sobre la obra del filósofo y poeta Armando Rojas.
En el ensayo el Dios de la intemperie, Rojas resalta la importancia de alimentar el espíritu sobre todo, la trascendencia humana está dentro del espíritu, y un espíritu incrédulo es un espíritu muerto. Sobre esta situación en su ensayo el menciona las duras palabras “Nada más vomitable que esa muerte del espíritu, que ese ambiente cuyo suelo arde de cuestiones propuestas, permanentemente insatisfechas.”
Él hace alusión a ese hombre que cuando las cosas no se le dan, simplemente deja de creer y orar, este hombre es un hombre vacío. Y es este hombre quien va formando sociedades que cuando son mayoría se convierten en aquellas en la que la oración es un ridículo, como se está volviendo nuestra sociedad actual. Con respecto a esta problemática, Rojas realiza esta reflexión con sarcasmo y desafío incluido, como es propio de su letra:
¿Orar? ¿Caer en el ridículo de proclamar la vigencia de un extraño anacronismo: la oración? ¿Irrespetar de tal manera los parámetros del universo mental del mundo contemporáneo, de la postmodernidad? Sí. Si me atrevo a ser un mínimo objetante en mitad de ese universo, si tengo la osadía de decir que aquel tipo humano, el orante, tiene cabida en el marco de la contemporaneidad desocupada por los dioses, es sencillamente porque la experiencia más importante de mi vida es esta: el Dios incómodo de la oración me hace salir desnudo a la intemperie. (Dios de la Intemperie, 1985)
El filósofo Armando Rojas presenta este pensamiento a través de su estilo lírico, pero no de una lírica puramente estilística e ingenua, sino de una provista de mucho conocimiento y sabiduría. Siendo este ensayo, el resultado de sus estudios en los saberes y la historia del ser humano, y su acercamiento al espíritu, a la reflexión del alma, a interpretar lo que es Dios y cómo podemos utilizar su poder para hacernos seguros en la vida, en nuestros actos y en el transitar de esta.
Rojas nos invita a desnudar nuestra alma, a mostrar nuestra fe sin temor a la vergüenza, ¿por qué avergonzarnos de nuestra sensibilidad humana? ¿Por qué no sacar a la luz toda nuestra fuerza a creer en esa omnipresencia tan poderosa como la del Universo, del Dios de la intemperie? alimentando con la oración nuestra vida espiritual, al salir de la trivialidades del mundo postmoderno y escapar hacia el hombre más avanzado, aquel que puede convivir en paz con el prójimo, con Dios y consigo mismo, aquel que valora la madre naturaleza y los seres que hay dentro de ella, aquel que vive en la caridad, la unión, el amor y la sabiduría.
Es este escape, esta experiencia espiritual del cual nos habla el Dios de la Intemperie, el cual me siento identificado e invito a reflexionar sobre esto con el presente ensayo, culminando con unas palabras de Rojas que nos dicen: “Podemos concebir el arranque de la experiencia espiritual como una salida, como un éxodo.” (Dios de la Intemperie, 1985). Este éxodo es hacia la verdadera grandeza del ser humano.
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